De mañanita preparamos el zumito,
Ana tenía que ir en ayunas y nos daba miedo sufriera una hipoglucemia, y… camino
al hospital. La peque contenta, no sabía de qué iba el tema. Nosotros, sus
padres, asustados, muy asustados, lo de biopsia suena mal, muy mal.
Llegamos, nos hicieron pasar a un
box y nos comentaron que la prueba no era dolorosa, incomoda únicamente. Que
una vez realizada el trocito de intestino delgado lo llevaban al laboratorio y
nos daban un avance sometiendo el trozo a un primer vistazo bajo microscopio. Este
resultado casi siempre era el mismo que el resultado final.
Le pasaron un cable por la nariz,
una vez el cable estaba a la altura de su garganta lo sacaron por la boca y en
su extremo engancharon una especie de canica de tamaño pequeño de color plata.
Le volvieron a meter la canica en la boca y le pidieron que tragara, Ana tragó
la canica y con ella el cable que fue descendiendo hasta su intestino, le
dieron un jarabe para agilizar el proceso. Nos quedamos en el pasillo como una
hora aproximadamente, luego nos trasladamos hasta una sala de rayos x donde le
hicieron una especie de ecografía en la que pudieron ver que la bolita ya
estaba en el intestino delgado, se acercó un médico a ella y en la parte del
cable que quedaba fuera, junto a su nariz puso un aparato y se oyó un clak. Ya
está, podéis volver arriba para que la retiren el cable, en un rato una
enfermera pasará por la sala de espera y os dará la primera valoración.
Como buenos mandados subimos y
retiraron el cable y la bolita a Ana, no notó nada, pero nada de nada, cada día
me asombraba más la chica tan fuerte que tenía. Nos pasamos a la sala de espera
y al poco rato paso la enfermera, nos dijo: No os preocupéis Ana no es celiaca.
Tan contentos nos fuimos para
casa.
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