Para celebrar que cumplía 15 años, Ana y una compañera de clase, decidieron
celebrar su cumpleaños en una discoteca light de Madrid. Era la primera vez que
iba a asistir a un establecimiento de este tipo y, aunque nosotros vivimos en
un pueblo pequeño y Ana ya estaba acostumbrada a quedar con sus amigas algunos
sábados en centros comerciales y de ocio de pueblos cercanos, ahora era diferente
y os cuento porqué.
El que quedaran en centros comerciales, aunque al principio te cuesta dejarla
que se marche sola, no me preocupaba demasiado. Dan unas vueltecillas para ver
tiendas, luego pasan al cine y, finalmente, cenan una hamburguesa y pasamos a
recogerla para traerla de vuelta a casa. Ella lleva su bolso con zumo,
glucómetro e insulina y, por supuesto, teléfono móvil por si hay algún problema
poderme avisar.
Ahora bien, la discoteca implica otra serie de aspectos a tener en cuenta: son
bastantes horas en las que no ingieres alimentos, no paras de realizar
actividad física, ya que, lo normal, es que con 15 años te de por bailar y no
por estar sentada viendo a los demás, y, por último, el bolso con sus cosas no
lo lleva encima, lo deja en el ropero para no tener que estar pendiente de él
para que no se lo roben.
Pues bien, la experiencia no fue tan horrible, para mí me refiero. Para ella
fue estupenda.
Le pedí que antes de entrar en la discoteca se hiciese la prueba, y si estaba
entre 150 y 200 que no tomase nada de hidratos. Si por el contrario su
glucosa era inferior a 100 que tomase un zumo, (la entrada era a las 17.00 h y
ella había comido a las 15.00 h) y así lo hizo. Le pedí que se hiciese otra prueba
a media tarde, como a las 19.00 h. Esta vez tuvo que ir al ropero para coger su
glucómetro. Se repitió la prueba. Como había estado bailando, su glucosa había
bajado, entonces en vez de tomar un refresco light, tomó uno normal y de los
20cc que suele tener tomó unos 15cc aproximadamente. Su glucosa remontó y
continuó con el bailoteo. Cuando la recogimos a las 21.00 horas, su glucosa era
normal, 120-130 más o menos.
Claro está que nada tiene que ver una persona con otra pero, esta es mi
experiencia y lo que quiero que veáis es que con 15 años son bastantes
responsables, se saben controlar, saben que si han tomado hidratos para
estar altos pueden y deben aprovechar y bailar. En fin que hay que darles
alas, que tenemos que hacer que su vida sea lo más normal posible. En
definitiva, que sean felices, aunque ello suponga que nosotros lo pasemos mal.
Eso sí, mantenerles informados de todo lo que puede suceder, no voy a decir que
asustarles, pero si acongojarles un poquito, es necesario.
Bueno, espero que esta experiencia os sirva de ayuda, aunque lo peor vendrá
cuando por su edad puedan asistir a discotecas en las que sirvan alcohol. Eso
ya es otra historia.
Mi hija tiene 16, hace un mes me pidio ir a una discoteque, no le di permiso. Lloró pateleó, lo que pasa que eres menor de edad le dije y esta prohibido la entrada de menores de edad. Era una disco nocturna.
ResponderEliminarEn realidad me dio miedo que le pasará algo. Se que no puedo prohibirle a contar del proximo año, pero igual se me aprieta el corazón cuando este estudiando fuera de la ciudad en donde vivimos y no este con ella ante cualquier eventualidad.
Creo que el miedo no se nos quitará nunca. Mi hermano es diabético, tiene 45 años, y mi madre sigue pasando miedo todavía.
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