Era el mes de junio. Ana tenía once años y medio. Sobre las cuatro de la tarde
sonó el teléfono de casa. Era del colegio de ANA. La Secretaria me dijo:
-
Buenas tardes, tranquila no pasa nada, te paso con tu hija.
Yo estaba un
poco nerviosa porque cada vez que me llaman del colegio se me ponen los pelos de punta. Pienso que le ha dado una hipoglucemia.
Se puso Ana al teléfono y me
dijo:
-
Mamá me ha venido la regla.
Por su tono de
voz la encontré bastante triste. Yo le dije:
-
Tranquila mi amor, no pasa nada, eso es estupendo. Hay que celebrarlo ya eres toda una mujercita, no te preocupes,
es algo natural. Ahora voy a buscarte.
- Vale mamá.
Cuando colgué el teléfono me
encontré con emociones entremezcladas: por una parte estaba triste, era mi
pequeña…, y la menstruación podía haber esperado un poco más, pero, por otro,
estaba contenta, había leído que las niñas celiacas podían ser
amenárquicas, por lo que era como un problema quitado de encima. Y ni que contaros que esto podría hacer que su glucosa se controlase.
Y así fue, su glucosa empezó a normalizarse. Hoy en día suele tener la glucosa por encima de lo habitual como unos dos o tres días antes de la menstruación.