Desde que me
dieron la noticia, el único objetivo era encontrar artículos donde se atisbara
una pequeña esperanza sobre una posible curación. Comienzas a leer y a leer,
células madre, beta, islotes, cirugía… y nada, hoy, después de ocho años, sigue
todo igual. No hay que pensar en su curación porque si algún día llega pues
será estupendo, pero, mientras tanto, lo único que nos debe importar es que en
ese momento nuestro hijo esté en perfectas condiciones. Para ello hay que
aprender a vivir con la enfermedad, hacerla una más de la familia, no odiarla,
todo lo contrario, quererla y cuidarla. Un buen control de la diabetes, no
pasarte en raciones, no dejar de hacer una sola prueba de glucemia antes de
cada ingesta y el deporte harán que los niveles de hemoglobina glicosilada de
tu hij@ estén bien, y si los niveles están bien, todos contentos y felices.
Antes de
recibir el alta hospitalario, y empezar a afrontar la enfermedad solos desde
casa, empezó la tarea. Acudí a internet y encontré respuesta: tipos de
hidratos: lentos y rápidos, el niño diabético en el colegio, pautas de
insulina, cada cuanto hacer una prueba, qué hacer en caso de hipoglucemia o
hiperglucemia, el cuidado de sus pies, y mil cosas más.
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