martes, 21 de mayo de 2013

ANA, ¿TÚ QUÉ SIENTES?


          Nunca me había atrevido a preguntar a mi hija cómo se sentía. Cómo le afecta ser diabética y celiaca. Temía que su respuesta me hiciese daño.
          Ayer me entregó un folio, que a continuación os transcribo literalmente, y me pidió que lo publicase en el blog. Me quedé bastante sorprendida, pero cumplo con el mandato:

          “Hola soy Ana, y padezco diabetes y celiaquía desde los siete años. Al principio todo era mucho más fácil porque a los siete años no solía salir con mis amigas muy a menudo y no me daba cuenta de lo que me podía “afectar” en el futuro, y lo de afectar lo pongo entre comillas porque opino que hay enfermedades peores. La celiaquía no creo que sea lo peor, ya que hay muchos alimentos y productos que no contienen gluten y son parecidos a los normales. Ahora tengo 15 años, y hay veces que desearía no ser diabética, porque salgo más con mis amigos y si como chuches o algo con azúcar, me tengo que pinchar y ahí noto la diferencia de no ser una persona normal. Sin embargo, mis mejores amigas me ayudan mucho y no comen bollos o dulces delante de mí. Por otro lado, está mi familia. Mis padres son los que más sufren, porque hay veces que no me dejan comer algo, y me enfado con ellos, pero no me doy cuenta de que si lo hacen es porque quieren lo mejor para mí. Cuando noto que estoy baja, me empiezo a marear y a sentir necesidad de comer, aprovecho para darme algún caprichillo. El nivel de azúcar más bajo que he tenido ha sido de 25, pero la intensidad del mareo no depende, en mi caso, del nivel de azúcar, ya que he tenido mareos más grandes teniendo 50 ó 60.
          En mi opinión, pienso que hay gente que cree que la diabetes es sólo pincharse y no comer azúcar, pero no es así. En un futuro, si una persona diabética no se cuida y no controla sus niveles de glucemia puede llegar a tener grandes problemas: en la visión, en los riñones.. y yo no quiero eso, por eso para prevenir estos problemas intento cuidarme y controlar mis deseos de comer lo que me apetezca.”

          Cuando terminé de leer la carta pensé:
- que tanto yo como su padre somos demasiados duros con ella respecto de la diabetes, pero en ningún caso vamos a bajar el listón.
- que Ana es bastante madura. Bueno, la verdad, es que siempre lo ha sido, en todos los sentidos.
- que te quiero un montón nena.

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